A las 3:55 suena el despertador, y a las 4:00 y a las 4:05 y a las 4:10, alternándose las alarmas entre el móvil y la tableta. El avión sale a las 7:00 y hay que desayunar, contestar algunos mails y salir hacia el aeropuerto. La ciudad duerme pero el aeropuerto está vivo. Parece que nunca duerma.
El vuelo es a Bilbao. Un día intenso espera. Llegada a las 8:00 y recogida en el aeropuerto por un empresario vasco con quien tengo el placer de intercambiar proyectos, objetivos, planes de desarrollo. Coincidimos en varios puntos y los ponemos en común. Sabemos que juntos sumamos, al menos en esos ratos que nos tomamos. Él dice que transmito “buen rollo”, él a mi también. No existen obstáculos en su mente que puedan detener sus sueños, al contrario, cuando encuentra una persona que le frena, la deja atrás. Ya no tenemos edad para entretenernos en las “restas”. Todo este cuento es un “instante” que debe ser vivido de forma intensa.
Llegamos al Centro y el empresario me deja en el edificio donde tengo reunión con mi siguiente cita. Es un nuevo despacho en el que compartiré trabajo con dos compañeras más. Ya no me atrevo a aventurar si saldrán las cosas bien, o si saldrán mal, qué más da! Dos horas de reunión nos llevan a tomar un pincho. Cruzo cuatro llamadas urgentes, entre ellas una con mi buen amigo, Jesús. Hoy es un día intenso de “sube-baja” en el que cada minuto está calculado.
Corriendo bajo el diluvio, que ha durado todo el día, hasta el Batzoki para comer con un cliente y con mi gran amiga y colaboradora a la que voy a llamar “Pocahontas”. Entre plato y plato, llamada. Terminamos el almuerzo y nos dividimos. Ella va a por una reunión, yo voy a comprar croquetas de Lautxo (cualquiera vuelve a casa sin ellas cuando estás en Bilbao!) y paraguas en mano, croquetas en la otra, bolso colgandero de un hombro y ordenador del otro, cual árbol navideño (ya vamos haciendo boca) me dirijo hasta Indautxu, donde seguramente me espera “Pocahontas” para una reunión con un grupo de víctimas de Estafa en la Red.
Cuatro datos mal tomados, comprobaciones de móviles, de perfiles de Redes Sociales, de cuentas corrientes, de tarjetas de crédito, cuatro apuntes de la historia, del desarrollo de los hechos y con esos datos, los empaquetamos para un posterior análisis. Camino de Moyúa, bajo el mismo diluvio que nos ha recibido en Bilbao a las 8:00 am. Hacía mes y medio que no estábamos juntas en un face to face. Aprovechamos el bus hacia el aeropuerto para contarnos “nuestras cosas”, esas que sólo se cuentan las chicas en momentos en que se saben protegidas y rodeadas de intimidad. Llegamos al aeropuerto. Las dos agotadas, pasamos el control y… nuestro vuelo va con retraso.
- Vaya tela!
- Un café?
Sabemos que no deberíamos pero el agotamiento empieza a hacer mella en nosotras. Tomamos ese café, hablamos con un Guardia Civil, seguimos con una llamada a un Fiscal de Ciberdelitos …
- Bajamos a la planta de embarque?, dice.
Sacamos los ordenadores, espalda con espalda. Cada una en un lado del banco, a lo suyo. Sin mirarnos. Nos da tiempo a contestar esos mails colgados, la terminal de embarques se va vaciando. Los pasajeros de nuestro vuelo están a unos 30 metros alejados de nosotros.
– Hacemos Yoga?
Sonrío. Nos miramos.
- Lo hacemos?
Ella se quita las botas, yo me quito los tacones y los lanzamos en medio de la terminal. Con los calcetines (los suyos rosas, los ha comprado en un chino porque se le han empapado los pies con tanta lluvia …XD ) empezamos a hacer pequeñas carreras y a derrapar por la terminal aprovechando la facilidad en deslizarnos que nos dan los calcetines.
- Nena, estamos chaladas!
Nos ponemos una junto a la otra y empezamos a buscar movimientos sincrónicos que nos lleven a practicar una sesión de yoga: saludos al sol, trikonasana, kapotasana, vriksasana…
Los viajeros nos miran anonadados con un “pero qué hacen esas?” Nosotras encantadas porque los ejercicios nos ayudan a recuperar el ritmo respiratorio, a desbloquear el diafragma y a sentirnos mejor, en definitiva.
Dos horas después de lo previsto sale nuestro vuelo. Ya son las 22:00, llegaremos a las 23:00 y a casa sobre las 00:00. El avión pega saltos de vértigo porque las tormentas siguen por todo el espacio aéreo del país. Si pasara algo me gustaría que supieran que hemos vivido de forma Intensa y Emocionante todos y cada uno de los días. Aunque le demos la “vuelta al marcador” manteniéndonos despiertas prácticamente 24 horas, siempre vale la pena.
Referencias:
Clases de Yoga online: http://www.clasesdeyogaonline.com/
Yoga Sivananda: http://sivananda.org.in/neyyardam/?gclid=CIeqk4C-x9ACFY0aGwod2sMPjw