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La tensión de las Causas de Violencia de Género hace que muchas veces, los días previos a una declaración repases no una, sino mil veces, cada una de las escenas que ha motivado la interposición de la denuncia. ¿Cuál es el golpe de efecto necesario para que se te conceda una Orden de Alejamiento? Ni idea. He deducido que aquí todo el mundo va a su libre criterio, a si el desayuno le ha sentado bien o a si le has caído en gracia con tu horrible desgracia.

Unos días antes, comentando en la cafetería de los Juzgados con un Fiscal, hicimos quinielas en voz alta. “lo peor que te podría pasar es que te cayera, de los cinco juzgados especialistas en Violencia de Género, en el X. Del 1 al 3 lo tienes crudo, pero el X es fatal…..” Terminó la frase del Fiscal con una mirada al infinito evaluando sus mismas palabras hasta que finalmente repitió el número del Juzgado en que podrían suceder todas las peores batallas. Me miró con sus ojos azules y con un “dime si necesitaras algo” volvió él a su despacho y yo a mis quehaceres “toguitaconada” como dice la Magistrada en su BlogCon mi Toga y mis Tacones”.

Mientras atravesaba la ciudad con mi moto, tratando de esquivar el denso tráfico pensaba en la desgracia del “sorteo” del Juzgado Decano y me preparaba para dos actuaciones procesales que no imaginaba en ese momento que iban a crear un Infierno en mi lunes. Suelto el bolso y la cartera en la cinta del control de seguridad, con mi carnet en la boca y una sonrisa entredientes mientras intento que no se me escape el carnet. Juan, el Guardia de Seguridad me dice un “Anda que…. Ya te vale…” Sonreímos, yo como puedo.

En teoría me da tiempo a hacerlo todo. A las 10:00 la declaración, a las 11:50 el Juicio por un Tráfico de Drogas. Seguro que sí, me da tiempo. Llego al Juzgado de Violencia de Género. La tensión se corta con el sonido de mis tacones en el suelo de mármol. La víctima pasa a la Sala de Espera. No conozco al denunciado pero he visto y escuchado tanta prueba digital acerca de él, en los últimos 4 meses que casi diría que forma parte de mi día a día.

La víctima

Las dificultades en contar la historia se suceden por minutos. La mente cuesta que se centre y cuente las escenas de forma ordenada. Ante esa confusión las palabras salen atropelladas y empieza el llanto desconsolado. “Joder, joder, joder…” pienso. Siento. Me digo un “no sientas lo que está pasando porque te vas a descalabrar”. Su Señoría empieza a darle la vuelta a la declaración y la víctima parece la agresora. Las palabras agresivas se suceden una detrás de otra de su boca. Me da la sensación de estar viviendo una escena surrealista en la que acudes a que te ayuden y acabas detenido. A veces me preguntaba cómo se asignaban las plazas de Juzgados especialistas en Violencia de Género, ahora me lo pregunto a lo largo de todo  mi día consciente. ¿Empatía? Cero. ¿Tacto? Cero.

La cosa acababa de empezar porque lo que no estábamos previendo era que la siguiente en “recibir” iba a ser yo, la Letrada.

  • Letrada, míreme! Creo que ahora necesita que le cuente yo a Usted cuáles son los motivos por los que tiene que pedir una Orden de Alejamiento. Como parece que no ha estudiado, los motivos han de ser: A,B,C …

Control. Control. Se está grabando. Humillación a la víctima, humillación a la Letrada. No importa, seguimos. Primer revolcón del día.

  • Señoría, al retrasarnos hora y media en nuestra declaración se me ha solapado con una Vista Oral que tengo en diez minutos.
  • Usted no se mueve de aquí hasta que yo se lo diga!

Ardo en deseos de chillar. El teléfono está sonando, es el del Juzgado de lo Penal que reclama mi asistencia en Sala. Suena hasta cuatro llamadas perdidas. “Me va a caer la de Dios”, pienso.

La declaración del agresor. La comparecencia para la Medida Cautelar. Necesito ir al baño. La Toga en la mano. El teléfono que no para y la cara de Su Señoría con la mirada por encima de las gafas con un “ni se le ocurra moverse de la silla”. Fin.

  • Voy a escribir la Resolución acerca de la Medida Cautelar.
  • ¿Puedo ir a la Sala?
  • Puede marcharse.

La cartera, el bolso, la Toga colgando del brazo. Una hora tarde. Los tacones recorriendo los pasillos hasta llegar a la Sala de Vistas del edificio contiguo. Soy la última. Mi cliente está desesperado, suerte que necesita intérprete de urdú y no puede mandarme a “tomar Fanta” de forma rápida y espontánea, como seguramente le apetece.

Entramos. Me visto la Toga sin mirar si ha quedado con el faldón de la espalda bien puesto. Me da igual. Sigo sin haber ido al baño. Por favor que sea “rapidito”.

Pim, pam, declaración de mi cliente. “Trafico de drogas yo? No hombre no!” Seguimos, un Agente de Policía, justo el que no tenía la visión del intercambio de la mercancía. ¿Y los otros tres Agentes que han procedido a la detención de los investigados? No han venido. No han venido? Facepalm. Facepalm. Al menos sonrío. Quiero escuchar a ver qué va a decir el Fiscal. Son esas escenas que se producen pocas veces, pero en las que sabes que vas “vendido” a perder una Causa, independientemente del lado del que estés jugando. Sin saberlo, me estaba a punto de caer mi segundo “revolcón profesional.”

22364926 - judge's hammer on wooden table“Esta Defensa eleva a Definitivas las Conclusiones Provisionales y solicita se dicte una Sentencia Absolutoria por bla, bla, bla ….. nada más Señoría”

  • Cierra la grabación, dice el Juez. Sigue: “Letrada, que sea la última vez que nos retrasa una hora sus Juicios. Pero qué se ha creído!”
  • Cómo? – voy a sacar los guantes pero mi mente rápida me filtra la intensidad de mis palabras y acierta a decir un “Señoría no me han dejado salir de las declaraciones, para mí también ha sido bochornoso! ¿Quiere que le traiga justificante? ¿De qué coño va esto?
  • No , no, no se preocupe – hace un gesto con la mano. No hace falta que me traiga usted nada.

Me están esperando fuera de la Sala dos personas. Me tiembla la mano de rabia. Recuerdo que no he ido al baño. La víctima sigue encerrada tras su declaración en la Sala de Espera. Encuentro muchísimos whatsapps pidiéndome que alguien vaya a buscarla que no se atreve a salir sola. Su actual pareja está conmigo pero la expareja se encuentra en la planta en la que se encuentra ella. Si acude el novioactual se van a pegar. Calculo de forma rápida qué hago. Mejor voy primero al baño y continuamos al rescate de la víctima. Un apretón de manos con mi cliente basta para despedirnos y con prisas procedo al rescate cual Superheroína. Así es la abogacía de la trinchera. En cinco minutos cambias de un caso a otro. Quitas pieza mental, pones pieza mental, y empiezo a vislumbrar en un instante el por qué las estadísticas dicen que la enfermedad más común de la que mueren los Abogados es, el Infarto.