la foto

Hace dos días que terminó mi Turno de Guardia de Oficio en la ciudad de Barcelona. Aún con la resaca en la mente de todo lo vivido y sentido a lo largo de aquellas 48 horas, lentamente puedo ir desgranando cada minuto, cada palabra.
Las Guardias son solitarias. Las muchas horas de espera hacen que, inevitablemente, tengas que escucharte, que oír tus pensamientos, que sentir tus emociones. Son horas de diálogo interno intenso en el que, aunque no quieras, te haces nuevos planteamientos. Son como un “Fin de Año”.
Esta vez ha sido distinto. Conmigo venía un compañero. Quería ver qué se vive en una Guardia. La noche anterior me puse en contacto con él, nos avisaron para asistir a un caso de alcoholemia. A las 7:00 am, delante del móvil, mirándolo fijamente. Sabía que iba a sonar a no mucho tardar. 7:05 am, primer timbrazo. El teleoperador me informa de dos asistencias más, un Quebrantamiento de Condena y un Delito contra la Salud Pública. No me había equivocado. Quedé con mi nuevo compañero de viaje en la Comisaría. Eran las 8:30 am.
Ir con mi compañero me da cierta seguridad. La Mossa d’Esquadra hace el protocolo de siempre: deja la pistola en el cajetín, llama al interfono para que le abran la puerta desde el puesto de control y… bajamos a los calabozos. Empiezan los olores, la luz lúgubre, el mobiliario “cutre”… mi compañero se sienta detrás de mi. A mi izquierda el primer detenido. Protocolo. Hojas a firmar y “su versión de los hechos” o de los “no-hechos”… mi compañero observa en silencio. Parece que no esté, pero lo noto, me tranquiliza sentir que “está en lo mismo”…
Cambiamos de locutorio. El ordenador no va. Ahora el detenido se sienta a mi derecha, mi compañero sigue detrás de mí. Ambos en silencio. Ese día diría que ambos aprendimos a “jugar al Mus”. Cuando los detenidos hablaban las miradas lo decían todo. No hacía falta hablar delante de ellos, sin embargo, al salir de los calabozos intercambiamos nuestras diferentes versiones y visiones de lo que habíamos visto. Interesante. Nunca me había gustado trabajar en equipo. Aquel día pude creer por primera vez que los Equipos de trabajo son buenos cuando todos los miembros SUMAN.
Después de Comisaría nos vamos a los Juzgados. Nos espera el Sr. de la alcoholemia. Empiezan las horas de espera. Ha sido la primera Guardia en la que no he estado tan “en mis cosas”. Estoy en el camino de aprender a trabajar con alguien, con un compañero. Intercambiamos conocimiento, complicidad, distinta visión y risas…. Risas? En los Juzgados? Nunca había escuchado risas! Nos “invitan” amablemente a alejarnos de los mostradores…. Aún así las risas continúan, la Vida continúa, con o sin nosotros en ella.
Al día siguiente nos volvemos a encontrar en los Juzgados. El peso de la responsabilidad es menos. Lentamente y con el paso de las horas, de los días, vamos aceptando ambos lo que es “trabajar con otro”, no me es fácil. No me es fácil pasar de una única visión acerca de un caso a dos visiones. Confío en mi compañero. Parece que tiene buen criterio. Amplía mi visión, también la de aquéllos casos que casi “me dan pena”.

Compartimos risas, desde que llegamos hasta que marchamos. Fue interesante compartir. Conscientes que formamos parte del Mini-Ecosistema del Sistema Penal, marchamos tranquilos. No sólo hemos cumplido con nuestro trabajo como parte del Sistema, sino que nos hemos dado la oportunidad de trabajar en Equipo.
Una experiencia extraordinaria. Gracias.